En 1943 Hans Asperger, un físico austríaco, publicó un informe que describe a niños de inteligencia y desarrollo de lenguaje típico con interacciones sociales y capacidades comunicativas deterioradas.

El término “Asperger” fue definido en la cuarta edición del Manual de Diagnósticos y Estadísticas de los Trastornos Mentales (DSM-IV) por la asociación, American Psychiatric Association (APA). En 1994 apareció por primera vez el término “Asperger” en el manual del DSM-IV como un síndrome separado y distinto al “trastorno autista” o autismo, aunque todavía hay controversia en cuanto al reconocimiento del Asperger como síndrome propiamente dicho o una forma de autismo.

En 2013, el DSM-V remplazó los diagnósticos separados tales como el síndrome de Asperger, Autismo, y los otros Trastornos Generalizados del Desarrollo y los unió en el mismo diagnóstico, llamado el Espectro de Desórdenes de Autismo.”

“Antes de los cambios en 2013, la cuarta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV) señaló el Asperger como un diagnóstico distinto al “trastorno autista”.

La distinción en el DSM-IV, creó dos perspectivas sobre el Asperger. Un punto de vista es que hay diferencias significativas entre un individuo con autismo y uno con Asperger.

Es importante un diagnóstico minucioso desde el principio, es decir, una evaluación que incluya una lista de desarrollo historial y de observaciones. Debe ser hecho por profesionales con experiencia en el autismo u otros trastornos generalizados del desarrollo. Diagnosticar a tiempo es importante porque niños con el síndrome de Asperger que reciben intervención temprana en su vida tienen más oportunidades de vivir independientemente.

Según Martha Lara (2016), si nos remitimos a las versiones del DSM con respecto a Autismo nos encontramos:

  1. DSM-I y en el DSM-II (1952 y 1968) el Autismo era considerado un síntoma de la Esquizofrenia.
  2. DSM-III (1980) se comenzó a hablar de Autismo Infantil.
  3. DSM-III- R (1987) de incluyó el Trastorno Autista.
  4. DSM-IV-TR (2000) se definen cinco categorías diagnosticas dentro de los Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD): Trastorno Autista, Trastorno de Rett, Trastorno Desintegrativo Infantil, Trastorno de Asperger y Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado.
  5. DSM-5 (2013) se habla de una única categoría, el Trastorno del Espectro del Autismo (TEA).

La última versión permite:

  • Mayor identificación de las personas afectadas,
  • Posibilidad de realizar un diagnóstico antes de los tres años de edad,
  • Sistema de identificación es mejor también para los adultos
  • DSM-5 está en la red, lo que nos lleva a una mayor efectividad en el diagnóstico, a menos errores de clasificación, un mejor tratamiento, una mejor asistencia, atención y a una mayor calidad de vida.
  • Las cinco categorías establecidas en el DSM-IV son arbitrarias dado que no diferencian entre comorbilidades, por lo que la misma persona puede cambiar de diagnóstico a lo largo de su vida.
  • En este sentido, el DSM-5 es más flexible y reconoce que la persona con Autismo pueda presentar también otras patologías añadidas como depresión, ansiedad, déficit cognitivo, convulsiones, etc.
  • Con el DSM-5 las diferencias entre pacientes son más cuantitativas que cualitativas, se establecen los niveles de severidad y las limitaciones sociales y de la comunicación como un único conjunto de dificultades y no como de dos ámbitos separados del desarrollo, con lo que se logra también un lenguaje menos redundante y más empírico, teniendo en cuenta además que las limitaciones en el lenguaje no son específicas del Autismo.

Lo más importante es la discapacidad funcional y no la etiqueta, cada caso debe estudiarse en profundidad. Las personas con Asperger (ASPIES) siguen existiendo aunque ya no estén como categoría diagnóstica en el DSM V, por eso en estos casos es importante el análisis de las características de cada caso en particular, recurriendo a la versión IV si es necesario, sin perder de vista ningún detalle del caso para realizar un diagnóstico adecuado, que no rotule a una persona, sino que permita dar los pasos más adecuados para el bienestar general de la misma y de su entorno familiar y social.

Autor: Equipo Docente de Brain’s Route.

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