La actividad mental, otro camino para prevenir deterioros cerebrales y una mayor activación de la reserva cognitiva.
“El envejecimiento es un fenómeno presente a lo largo del ciclo vital desde el mismo proceso de la concepción hasta la muerte. Sin embargo, a pesar de ser un fenómeno natural conocido por todos los seres humanos, es difícil de aceptar como una realidad innata del ser humano”.
El envejecimiento es una parte de la vida, donde se experimentan cambios físicos, psicológicos y sociales entre otros, por lo que se constituye en un proceso en el que es necesario poner en acción herramientas y alternativas que promuevan la calidad de vida del adulto mayor.
“La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo define como el “Proceso fisiológico que comienza en la concepción y ocasiona cambios en las características de las especies durante todo el ciclo de la vida; esos cambios producen una limitación de la adaptabilidad del organismo en relación con el medio. Los ritmos a que estos cambios se producen en los diversos órganos de un mismo individuo o en distintos individuos no son iguales”.
Según Martínez, M. (2009), las dimensiones en las que todo ser humano debería desarrollarse son:
- Desarrollo Neurofisiológico
- Desarrollo Cognitivo, Inteligencia y Creatividad
- Desarrollo Psicológico, Afectivo y Social
- Desarrollo Moral, Ético y de Valores
- Desarrollo Vocacional y Profesional
La psicología del desarrollo estudia todas las etapas del ciclo vital, desde el nacimiento hasta el final de la vida. La edad adulta es una de las etapas más amplias del ciclo vital. En principio su inicio está determinado no tanto por la edad cronológica sino por los acontecimientos sociales y los retos a los que son capaces de enfrentarse los jóvenes a partir de década de sus 20 años.
Levinson (1978), sitúa el inicio de la Adultez Joven aproximadamente a los 28 años, el comienzo de la Adultez Media a los 45 años y la Adultez Mayor a los 60 años. Realizar actividades mentales estimula la actividad cerebral y psicomotriz, permitiéndonos una mayor lucidez y una mejor calidad de vida.
Los expertos recomiendan la lectura, porque es una actividad que estimula la actividad cerebral, ya que obliga al cerebro a ordenar e interrelacionar ideas y conceptos, ejercitando la memoria y la imaginación.
Las nuevas tecnologías pueden llegar a ser una gran herramienta de estimulación, ya que el hecho de poner voluntad en aprender a utilizarlas genera en los adultos mayores una activación de nuevas zonas cerebrales, a la vez que estas generaciones van logrando la alfabetización digital, lo que les permitirá más integración con el contexto que les rodea.
Como hemos dicho en el artículo de “Geragogía o gerontagogía”, “el cerebro se reorganiza varias veces a lo largo de la vida, para optimizar los recursos que tiene. Los estudios de neuroimagen han mostrado que, incluso cuando el nivel de ejecución de una tarea mental es igual, el modo en que la realiza un cerebro joven es diferente de cómo la realiza un cerebro de un adulto mayor. Se ha visto que estos últimos utilizan zonas más extensas de ambos hemisferios. Fortalecer la inteligencia ejecutiva implica aumentar la activación de redes neuronales, lo que podría aumentar la reserva cognitiva.”
Según Fernández-Ballesteros (1999), la falta de memoria suele ser una de las principales quejas de nuestros mayores. Tradicionalmente se han desarrollado distintos programas para mejorarla o mantenerla. Para facilitar el recuerdo es aconsejable el uso de estrategias internas (optimizar la atención, desarrollar imágenes, asociar un nombre a un determinado rostro, maximizar la información) o externas (agendas, calendarios, notas, archivos, diarios, listados de objetos o acciones, listines, relojes de alarma, entre otras). Las estrategias internas son operaciones cognitivas no observables, que pueden llegar a ser facilitadores de la adquisición, mantenimiento y recuperación de la información que se desee recuperar. Estas técnicas resultan ser eficaces en la mejora de la memoria de las personas mayores.
Es fundamental mantener activo al cerebro, estimulándolo con nuevos aprendizajes que lo pongan en funcionamiento, realizando actividades que impliquen movimiento físico, actividades creativas, musicales, aprender un idioma, interaccionando con otras personas en diferentes contextos, lo que permitirá, en el día a día, que un adulto mayor pueda estar más lúcido y conectado con el cuerpo en general y con el medio en el que vive, en cada momento, con mejores recursos intelectuales, lo que aportará una vida con más calidad y con menos deterioro neuronal.
Referencias
- Dulcey-Ruíz E. Psicología del envejecimiento. En: López J, Cano C, Gómez J, editores. Geriatría Fundamentos de Medicina. Medellín: Corporación para Investigaciones Biológicas CIB; 2006, pp. 64-8.
- Organización Mundial de la Salud. Organismos internacionales y envejecimiento 2009. (Internet) (acceso 15 de abril de 2011). Disponible en: http://traballo.xunta.es/export/sites/default/Biblioteca/Documentos/Publicacions/congreso_envellecemento/congreso_envejecimiento_activo.pdf.
- Levinson D. The seasons of man’s life. New York: Alfred Knopf; 1978.
- Levinson D, Levinson J. The seasons of a woman’s life. New York: Alfred Knopf; 1996.
Autor: Equipo Docente de Brain’s Route.
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